La situación, descripta en la parte I, justifica la frecuencia con que se detectan en la clínica psicológica, patologías relacionadas, por un lado, con la pseudomadurez (poniéndose de manifiesto en estos casos, los esfuerzos de sobreadaptación que deben realizar muchos niños y adolescentes “Y” en la actualidad) y, por otro lado, con depresiones que cursan con apatía, pérdida de la espontaneidad, reemplazo de los contactos sociales por la televisión, la computadora o los videojuegos, trastornos del sueño (especialmente hipersomnia) y de la alimentación (bulimia y/o anorexia con edades de comienzo cada vez más tempranas) y problemas en el aprendizaje escolar.
En ocasiones, los esfuerzos para adaptarse a un medio que no satisface adecuadamente sus necesidades de dependencia afectiva, llegan todavía más lejos, y es el niño (o el adolescente) el que pasa a sostener emocionalmente al adulto.